Vistas las necesidades de las familias con hijos sordos, pensamos que la intervención de los profesionales de la psicopedagogía debería centrarse en los siguientes aspectos:
1. La evaluación psicopedagógica , necesaria para orientar la respuesta del sistema educativo a las necesidades del alumno, debe tener en cuenta las variables de carácter familiar. Paniagua (1999) señala entre los factores más relevantes: estructura y dinámica familiar, condiciones familiares en relación a los centros escolares, ideas previas de los padres sobre los distintos medios educativos, conocimientos y actitudes de la familia ante la discapacidad del hijo y posibilidades de colaboración con el medio escolar. Estas variables familiares son de enorme importancia y su no consideración puede llevar a opciones educativas poco ajustadas a la realidad del niño y su familia, y por lo tanto, poco exitosas.
2. Relaciones familia-escuela . La labor del psicopedagogo se centraría en tres grandes ámbitos:
2.1. Ayudar a las familias en la toma de decisiones sobre la escolarización de sus hijos. Las familias deben ser asesoradas sobre las opciones posibles (integración en centro ordinario, centro especial, cada uno con sus múltiples variantes) y las razones por la que se les recomienda una determinada modalidad u otra. Para las familias con hijos sordos es fundamental la toma de decisiones sobre la modalidad comunicativa que se va a emplear en su educación. Con objeto de potenciar al máximo las posibilidades de los niños, es básico que el mismo sistema de comunicación sea usado en los contextos familiar y escolar, por lo que en estos casos es vital la colaboración familia-escuela y la negociación del método de elección teniendo en cuenta las posibilidades del niño, el centro y la familia, lo que no siempre resulta fácil o alcanzable.
2.2. Orientación ante las preocupaciones y dudas de los padres sobre la atención educativa que se le va a dar a su hijo y las dificultades de ajuste social o personal que pueden encontrar en cada una de las opciones y etapas educativas.
2.3. Establecer las formas de colaboración familia-escuela más adecuadas a cada caso, cuya variedad permite establecer un continuo que abarca desde el intercambio de información hasta la participación educativa de los padres en el propio aula.
3. Información sobre el papel educativo que pueden jugar las interacciones familiares , sobre cómo pueden los padres estimular el desarrollo de sus hijos. Dado que toda la estimulación del desarrollo depende de lograr un código comunicativo común, es esencial la intervención dirigida a instaurar lo más pronto posible interacciones comunicativas adecuadas. Como indican Suárez y Torres (1998) si los esfuerzos educativos de la familia no están bien asesorados pueden producirse graves decepciones y pérdidas en la eficacia de la comunicación familiar. En muchos casos, será necesario luchar contra los prejuicios que todavía existen acerca de la comunicación gestual y signada, a pesar de que los efectos positivos de este tipo de comunicación han sido destacados por numerosos autores (Clemente y Valmaseda, 1991; Fernández Viader, 1993, 1995b; Marchesi, 1999; Musselman y Churchill, 1991; Triadó, 1991; Valmaseda, 1998b). Además, debemos subrayar la importancia del papel que, principalmente en las interacciones más tempranas, tienen los gestos y el contacto físico ( Fernández Viader, 1995b; Lou, 1999b; Marchesi, 1999; Suárez y Torres, 1998), instrumentos que poco a poco cederán su importancia a la comunicación signada y/u oral. También puede ser necesario orientar a la familia en su labor socializadora, principalmente para evitar la sobreprotección o que los padres sean demasiado permisivos con el comportamiento de los hijos, lo que se observa con cierta frecuencia en las familias de padres oyentes con hijos sordos (Fernández-Viader, 1995a; Marchesi, 1999; Valmaseda, 1998a).
Proporcionar información a la familia de la importancia de una educación de la sexualidad, como parte de una educación integral, a edad temprana y que esto será determinante para las relaciones interpersonales a lo largo de la vida de la persona con dicha discapacidad. Uno de los propósitos de la educación de la sexualidad, además de orientar es preventiva.
4. Clarificación del diagnóstico y sus implicaciones en el desarrollo . En la mayoría de las ocasiones es necesario aclarar a los padres los datos audiométricos, a veces poco explicados por los clínicos, informándoles del alcance de la pérdida auditiva y de los restos auditivos del hijo o de las posibilidades del audífono, entre otros aspectos. Para ello, es necesario que el psicopedagogo que trabaje con estas familias tenga una información amplia y actualizada sobre la sordera y sus repercusiones en las diferentes facetas del desarrollo. La comprensión de lo que supone la sordera severa o profunda es fundamental para enfrentar las posibles frustraciones en la comunicación con los hijos, la reorganización de la vida familiar o el esfuerzo en el caso en que estén dispuestos a aprender sistemas de comunicación para relacionarse con ellos, entre otras cuestiones. Es indispensable que los padres acepten a su hijo sordo y estén decididos a establecer vías de comunicación con él, proceso en el que necesitaran orientación. En algunas ocasiones, las expectativas sobre el desarrollo de sus hijos pueden ser desajustadas, lo que puede favorecer que los padres no estimulen el desarrollo de sus hijos de la manera más adecuada. Además, como señala Valmaseda (1998b), los padres de los niños y niñas sordos pueden empezar antes que los padres de niños oyentes a plantearse cuestiones relacionadas con las posibilidades de una vida independiente, con las relaciones afectivas o con el empleo, por lo que deben ser asesorados sobre las posibilidades reales de sus hijos y también sobre los recursos existentes en la actualidad para ellos -educativos, médicos, laborales, de ocio-. En este sentido, puede resultar muy enriquecedor, tanto para el niño como para la familia, el contacto con otras familias con problemas similares, por ejemplo, vía asociaciones, o con adultos sordos, que tranquilizan a los padres al ver éstos las potencialidades de las personas sordas y que, además, sirven de modelos de identificación para los hijos. Es muy importante que los padres sientan confianza en sus posibilidades y en las de sus hijos. Estos encuentros pueden ser mediados en un primer momento por los profesionales que atienden a las familias, asesorándoles sobre el momento y las personas adecuadas con las que establecerlos.
A partir de lo expuesto anteriormente, podemos concluir que son muchas y muy complejas las funciones que el psicopedagogo puede desempeñar en el campo de la intervención psicopedagógica en familias con hijos sordos. De nuevo reiteramos la necesidad del apoyo a estas familias para lograr el óptimo desarrollo de los hijos. Por ello, desde aquí animamos a todos los interesados en este incipiente ámbito de intervención a reivindicar su importancia, a seguir ampliando conocimientos y a compartir experiencias que mejoren día a día el quehacer profesional.